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El hueso es un tejido vivo cuyo desarrollo se completa después del nacimiento. Durante el crecimiento desde la infancia a la adultez, el hueso incrementa su tamaño, grosor y dureza. La tasa de crecimiento varía según el tipo de hueso y su localización en el cuerpo. Un factor que influye en el crecimiento es la relación peso-movimiento. El simple acto de caminar, saltar, levantar objetos pesados, tiene como resultado el incremento de la densidad ósea.
Las trabéculas óseas se encuentran en el cuerpo y en los extremos del hueso largos, en el interior de las vértebras y en el interior de los huesos planos de la pelvis.
Las trabéculas forman el andamiaje entramado del hueso. Esta estructura confiere al hueso resistencia pero también ligereza, como así también posibilita la penetración de los vasos sanguíneos provenientes desde el centro o médula de los huesos largos.
La remodelación del hueso es un minucioso proceso en el que la estructura del hueso es reemplazada aproximadamente cada diez años. La madurez del hueso se alcanza alrededor de los 30 años, cuando la remodelación se enlentece y la pérdida de los depósitos de calcio sobrepasa el reemplazo de la estructura ósea. Cuando la densidad y arquitectura del hueso disminuye, aumentan los espacios entre las trabéculas y se debilita la estrucutura. Éste es un proceso gradual y requiere décadas antes de que aparezca la debilidad del hueso.
La osteoporosis es el resultado de la erosión de la arquitectura ósea. El hueso con osteoporosis presenta, al compararlo con el hueso normal, espacios más grandes entre las trabéculas, lo que lo predispone a fracturas. Las lesiones que se producen en personas mayores al caer, son consecuencia de la condición de osteoporosis.
Las mujeres son más suceptibles a la osteoporosis que los hombres. Ésto es consecuencia de la influencia hormonal que regula el crecimiento del hueso y su calcificación. También influyen en la densidad ósea, los alimentos ingeridos en la dieta. Deben ser ricos en proteínas, fósforo, vitamina A, vitamina D, vitamina K, magnesio y zinc. La deficiencia de estos nutrientes puede causar debilitamiento. Finalmente, tiene influencia en la densidad ósea, el factor genético.
La imagen muestra la pérdida de hueso en una persona que ha tomado algunas precauciones para prevenir la osteoporosis. La arquitectura ósea de una persona de 70 años con osteoporosis leve, muestra una menor erosión de la estructura trabecular, dando como resultado huesos más fuertes y densos que los que presenta una persona con osteoporosis severa.
Las estrategias preventivas son diferentes en una mujer joven que en una mayor. La mujer joven debe asegurarse el consumo de calcio, vitamina D y otros nutrientes. La actividad física y el mantenimiento del peso son factores importantes para el mantenimiento de la masa ósea.
En la mujer postmenopáusica, disminuyen los niveles de estrógenos y calcitonina, por lo que deben consumirse suplementos de calcio y practicar ejercicios de resistencia y mantenimiento del peso corporal.
Finalmente, debe evitarse el consumo de tabaco y alcohol. ambos factores afectan negativamente en el crecimiento de los huesos.
En resumen, la osteoporosis es un debilitamiento de la arquitectura interna del hueso por pérdida de calcio y fósforo. Es una enfermedad degenerativa generada por influencia de muchos factores.
Limitan el avance de la osteoporosis: una correcta alimentación, actividad física adecuada, prescripción de medicamentos, y hábitos positivos como no fumar ni consumir alcohol.
Los hombres también pueden padecer osteoporosis, en ellos las estrategias de prevención son similares a las aplicadas en las mujeres: consumo adecuado de nutrientes con calcio, vitamina D y otros nutrientes, actividad física, peso corporal adecuado, y no consumo de tabaco y alcohol.
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