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Generalmente, la actividad de las células T colaboradoras (Th2) depende del reconocimiento de una proteína antigénica.
Las células Th2 reconocen antígenos, se activan y estimulan la conversión de células B en dos tipos celulares: células productoras de anticuerpos y células memoria.
Las proteínas antigénicas son primero ingeridas por células presentadoras de antígenos, como los macrófagos. Una vez procesadas en fragmentos peptídicos, se presentan sobre la superficie del macrófago en el contexto del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) de clase II.
El receptor de la célula T colaboradora reconoce al péptido antigénico, presentado por el macrófago. Así, la célula T se activa activando a su vez a células B.
Las células B también incorporan antígenos: los antígenos reaccionan con los anticuerpos de la superficie de la célula B y son internalizados, digeridos y presentados por el CMH clase II. La célula T se activa cuando el complejo antígeno-CMH clase II de la célula B interacciona con el receptor de la célula T colaboradora. Una vez activada la célula T libera citoquinas estimuladoras de las células B. En respuesta, las células B proliferan y se diferencian en células plasmáticas productoras de anticuerpos, y en células memoria.
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