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Algunas personas desarrollan una reacción alérgica o de hipersensibilidad cuando se exponen a sustancias como polvo, polen o penicilina. Esta hipersensibilidad es mediada por inmunoglubulinas E (IgE).
La sensibilización ocurre cuando el antígeno hace contacto con alguna parte del cuerpo. El antígeno es tomado, procesado y expuesto en la superficie de una célula presentadora de antígenos, en el contexto del CMH de clase II. Una célula T colaboradora específica, reconoce al antígeno.
Debajo de las membranas mucosas de muchos tejidos, se encuantran las células B comprometidas en la producción de IgE. Estas células son abundantes en personas suceptibles a alergias. Las células T colaboradoras producen citoquinas que estimulan a esas células B. En respuesta al estímulo, las células B proliferan y algunas se diferencian en células plasmáticas productoras de IgE.
Las IgE son producidas en áreas específicas del cuerpo, se unen a través de sus regiones constantes a receptores de mastocitos. Los mastocitos poseen gránulos que acumulan sustancias químicas inductoras de la respuesta de hipersensibilidad.
Una vez unidas al mastocito, las IgE pueden sobrevivir por semanas. El individuo es ahora sensible al antígeno. Cuando vuelve a exponerse al mismo antígeno por segunda vez, el antígeno se une al anticuerpo IgE del mastocito. Esta acción dispara una respuesta: la liberación de histamina por parte de los mastocitos unidos a la IgE. La histamina es un mediador de la respuesta inflamatoria y provoca una variedad de síntomas: dilatación capilar, constricción de la vía aérea, secreción de moco, dolor y picazón. |
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